Rancapino Chico
“Tenía la necesidad de evolucionar, de tomar riesgos, de seguir abriendo mi propio camino en el flamenco y ‘Una mirada al pasado’ es el fruto de esa inquietud en la que siempre estamos enredados los artistas”
Quizás no le hacía falta, lo había demostrado todo ya, pero, por si acaso, Rancapino Chico, digno heredero de esa zaga chiclanera que mira al flamenco desde lo ‘jondo’, no dejó pasar la oportunidad de la Bienal de Flamenco de Sevilla para doctorarse en una asignatura de la que nació maestro.
“Tenía la necesidad de seguir mi camino, de atreverme a evolucionar, de tomar riesgos y, precisamente, eso es lo que representa ‘Una mirada al pasado’, un espectáculo”, explica, “pensado para los amantes del flamenco, pero también para aquellos que lo están descubriendo”.
Sereno y satisfecho por haber logrado la aprobación de quien más le importa, su padre, Alonso recorre un doble camino en su nuevo espectáculo. “Por una parte fijo mi mirada en lo tradicional, rindiendo homenaje a esos cantes y cantaores que son la base del flamenco, de donde parte todo, y que son eternos. Y, por otra, me recreo en esos otros cantes que en su día fueron tachados de comerciales, pero a los que el tiempo les ha dado rango de maestría”.
Tenía la necesidad de seguir mi camino, de atreverme a evolucionar, de tomar riesgos
“Cantes”, aclara, “como el Emigrante de Juanito Valderrama o los de Manuel Molina, con los que en su época, con grandes dosis de incomprensión, revolucionó este arte, saliéndose de la senda de lo entonces tradicional”.
Cantes a los que Rancapino Chico da su impronta, esa que lo ha llevado al lugar que se merece, a la cumbre, teniendo muy claro que “el cante tradicional es una cosa y que, luego, existen otros cantes, que son otras cosas”.
Antonio Mairena, a golpe de buleria; Manolo Caracol, zambra; Juan Moreno ‘El Torta’, por bulerías, o Paco Toronjo, cantaor onubense al que, incluso, reivindica desde la escenografía que lo caracterizó (cante en mesa), marcan el camino de ‘Una mirada al pasado’ que se antoja una lección magistral.
Una mirada en la que ni podía ni falta un sentido homenaje a ese otro gran revolucionario del flamenco, del que bebió desde la cercanía, la admiración y el cariño, Camarón de la Isla.
Y es que como Camarón, al que recuerda/versiona con los tanguillos ‘Una rosa pa tu pelo’, de uno de los grandes discos de la historia del flamenco, ‘Potro de rabia y miel’; Rancapino entiende que “la pureza no se puede perder nunca cuando uno la lleva dentro”.
Pureza que, como refleja en este trabajo, Rancapino Chico ha forjado a base de sorbos cristalinos, de pequeños suspiros de los más grandes que ha dado este arte y con los que ha sido amamantado artística y sentimentalmente desde que tuviera uso de razón.
“No ha sido fácil. Salir de tu zona de confort y abrir nuevos caminos siempre genera dudas y miedos, pero estoy satisfecho”. “La pena”, lamenta Alonso, “es que, debido a la actual pandemia, tendremos que esperar un tiempo, al igual que están haciendo otros artistas, para poder recorrer los escenarios con este espectáculo, en especial, el de Chiclana, mi pueblo, que me hace especial ilusión”.
A la espera de ese momento, Rancapino Chico señala que, “ya estoy pensando y trabajando en otros proyectos que me ilusionan mucho”.
Y es Alonso Núñez Fernández, aunque nunca dejará de beber de los grandes, es ya fuente de este arte.