Resucitan los humedales

Las anheladas lluvias de estas jornadas atrás han provocado que renazca la vida en nuestras espectaculares lagunas

Desde hace unas semanas, la lluvia, esa que cada vez se prodiga menos por estos lares, ha hecho acto de presencia en Chiclana y, por extensión, en la provincia, dando oxígeno a nuestros campos, pantanos y, muy en especial, a esos espacios naturales en los que su presencia, la del agua, se antoja vital.
Espacios naturales que, casi de un día para otro, han recuperado el verdor invernal y en los que la vida se ha vuelto a abrir paso con todo su esplendor.


Nos referimos a las lagunas que se localizan en nuestro término muncipal, entornos inspiradores para los amantes de la ornitología y, también, para quienes, cámara en mano, buscamos imágenes únicas y espectaculares.


Y es que, en esta época de setas, humedades y cortezas cubiertas de verdín, no existe mejor bálsamo para el cuerpo y el alma que dar una vuelta por nuestros humedales y entregarnos a la observación y la contemplación.
Humedales como el Complejo endorréico de Chiclana, localizado en uno de esos típicos paisajes de campiña y del que son protagonistas las lagunas de Jeli y Montellano.

Territorio ‘adornado’ por eneas, carrizo, castañuela y tarajes en el que habitan y nidifican especies tan destacadas como el somormujo lavanco, el calamón común o la focha cornuda y del que, llegado el invierno, hacen lugar de descanso malvasías cabeciblancas, cercetas pardillas o flamencos.
Gran riqueza ornitológica que hace de este complejo endorréico chiclanero Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).

Más cerca del casco urbano podemos disfrutar de otra laguna, la de La Paja, refugio de endemismos como la Armeria gaditana, la Eryngium galioides y la Frankenia boissieri.

Humedal en el que podemos deleitarnos con la presencia de aves acuáticas de extraordinario colorido como el porrón pardo, el ánade friso, la malvasía cabeciblanca, el zampullín común, el calamón o la focha común.