Juan Farina: arte en el recuerdo

Artista, bailaor gitano y de señorial compostura, era un claro ejemplo de ciudadano de la bahía gaditana; no solo por su nacimiento y residencia,  sino, además, por el gran cariño y pasión por este trocito de tierra marinera. 

TEXTO: JOSÉ DE MIER // FOTO: PEDRO LEAL

Un buen retrato fotográfico no es algo fácil de atrapar,  y si se realiza en la calle, con luz natural y sin otros medios que la cámara, resulta que es solo la habilidad, el saber hacer, del retratista el que nos puede hacer pensar, al contemplar la imagen, que tienen mucha razón algunas culturas indígenas  cuando creen que un retrato atrae, roba o conquista parte del alma del retratado. Estos retratos que se traen a este compendio de fotografías, podían titularse ‘retratos con alma’, por eso, aunque ya tengan unos 30 años, parecen actuales y lo seguirán siendo. 

Nuestro reportero gráfico sorprende a Farina por la calle de La Vega en una mañana de principios de los ochenta, la buena luminosidad del ambiente invitaba a utilizar la ‘canon’ para acercar la figura del bailaor a la inmortalidad, a lo que él gustoso accede, era una cuestión de arte entre artistas. 

Utiliza un plano americano, tres cuartos, necesario para resaltar una parte importante de su figura. Parece que va a dar un paso con su manera singular de andar, porque Juan era un bailaor cojo, el repetía con mucha asiduidad una frase que José María Pemán le formuló un día que lo vio bailar: “Tú andas cojo, pero bailas sano”. El objetivo intenta traspasar su mirada profunda y apacible, queriendo fotografiar lo que había detrás de ella. 

Además de buena persona, era puro sentimiento, muy inteligente y amigo de grandes poetas y escritores. Escribía poesía y con gracia espontánea ‘aliñaba’ cualquier situación

Farina era una persona además de buena, muy inteligente, puro sentimiento, era muy amigo de grandes poetas y escritores, escribía poesías y con una gracia espontánea y natural aliñaba cualquier ambiente o situación, guardando siempre una señorial compostura. 

El fondo de la imagen queda desvanecido para  así realzar aún más su estilizada y cuidada figura. Era un hombre naturalmente elegante, la elegancia que llevaba dentro era para él un sentimiento que se reflejaba en su manera de vestir diariamente, con estilo exquisito dentro de una pulcra sencillez.

En los años de la imagen, viviendo en Chiclana, ya había serenado su intrépida manera de vivir y conseguía llevar todos los meses un buen sueldo a su casa, con ayuda de los cupones de la ONCE, aunque día a día añoraba y le ilusionaba el baile y la fiesta del arte gitano.

 Juan Farina, artista, bailaor gitano, era un claro ejemplo de ciudadano de la bahía gaditana, no solo por su nacimiento y residencia  sino además por el gran cariño y pasión por este trocito de tierra marinera. 

A Luis Núñez Gálvez, que así lo ‘apuntaron’ en El Puerto de Santa María al nacer, su madre Gabriela Gálvez le quiso llamar Juan, pero su padre Alonso Núñez ‘Orejitas’ lo inscribió como Luis, desde luego de poco le sirvió. Lo de Farina vino después, utilizando el nombre artístico de un personaje, niño travieso y jovial de una larga serie cinematográfica  de los años 1922  a 1940. Vivió en Cádiz, El Puerto Santa María y Chiclana pasó infinidad de días bailando en la Venta de Vargas, llevó su baile a  todos los tablaos de Madrid y murió en Puerto Real en 1997.