La despensa de chiclana

A diario, también en tiempos de covid-19, lo mejor de la mar, la ganadería y los campos de la localidad y su entorno se ofrece en el Mercado de Abastos a quienes rinden culto a los sabores, olores y texturas de este rincón del sur. Heredero de la plaza que mantuvo abiertas sus puertas 80 años, aún guarda la esencia de ese espacio de compras y encuentros

Recorrer el Mercado Municipal de Abastos de Chiclana es lo más parecido a `perderse’ por sus campos, mar, salinas, huertas, bodegas y ganaderías. En él, en sus puestos, se concentran a diario, desde muy temprano, todos esos colores, sabores y texturas que hacen de esta tierra algo diferente y que, desde tiempos inmemoriales, han alimentando la reconocida gastronomía local.


A diferencia de otros espacios públicos de relevancia histórica, el Mercado, la Plaza como siempre la han llamado los chiclaneros, no ha hincado las rodillas frente a un mundo que, a velocidad de vértigo, se refugia y ampara en las frías tecnologías.


Muy al contrario, el Mercado de Abastos de Chiclana ha fortalecido su papel con el paso de los años, convirtiéndose (también en tiempos de COVID-19) en la gran despensa, no solo de los chiclaneros, sino de muchos otros habitantes de la Bahía de Cádiz.


Los buenos y variados productos de temporada, la complicidad y confianza que se genera entre minorista y cliente y el ambiente, único, que lo envuelve lo convierten en el último y más poderoso bastión de resistencia del comercio tradicional frente a las grandes superficies.
Espacio inspirador de lo que en su día el prestigioso chef francés Paul Bocuse denominó ‘La Cuisine du Marché’ (Cocina de Mercado), la Plaza de la localidad no solo es lugar de peregrinaje de los ciudadanos, también lo es de quienes, en sus establecimientos, buscan sorprender a sus comensales con esos productos de proximidad de los que emanan platos singulares y únicos.


Chocos, acedías, pescadillas, urtas, doradas, lubinas, boquerones, salmonetes, borriquetes, sardinas, caballas, calamares, lenguados, atún de almadraba, tomates, lechugas, melones, sandías, tagarninas, limones, morcillas, butifarras, chicharrones, carne de retinto… dan vida cada temporada a un lugar que, aún hoy día, es testigo del tránsito, cada vez más confuso, de las estaciones, y en el que cada uno de sus puestos cuenta la historia de familias (Troitiño, Juan Quintero, Clemente Rodríguez, Hermanos Muñoz, Jesús Muñoz González, Manuel Aragón Fornell, Juaniquiqui, Martín ‘De Juana’, Antonio Alba, Félix e hijos, Ricardo Gómez Ramírez, Joaquín García Tocino, Juanito ‘Ventura’, Francisco Alcántara, Antonio Ruiz, Agustín Jiménez ‘Pane’, Juana Medina, Salvador Castañeda Reyes, Rafael López…) que, generación tras generación, no han faltado a su cita con el mejor producto y con los chiclaneros.

HEREDERO DE LA ANTIGUA PLAZA


Y es que el actual Mercado de Abastos es otra página, la más reciente (2008), de una historia que comezó a escribirse en 1927 cuando abrió sus puertas la Plaza de Chiclana, edificio que dio nombre a una calle, la calle La Plaza, y que prestó sus servicios a los chiclaneros durante más de 80 años. De hecho, la demolición de tan emblemático edificio, sobre el que giraba gran parte de la trama urbana de la localidad, fue motivo de tristeza por muchos chiclaneros, que en sus pasillos y entorno habían vivido parte importante y feliz de sus vidas.