Miralmar, la mirada más profunda de Chiclana

Camino de Conil, a las puertas de la reserva natural ‘Lagunas de Chiclana’, nos detenemos en un punto mágico que relata nuestra ‘otra’ historia

A veces, al contrario de lo que nos dictan nuestros primeros impulsos, debemos tomar distancia de las cosas; buscar ese otro punto de vista que, como suele suceder, nos dé esa otra visión de lo observado, lo enriquezca. Este principio, aplicable a todos los aspectos de la vida, no es ajeno a los paisajes, a los territorios, a lo mucho y diverso que nos pueden ofrecer dependiendo del lugar desde el que los observemos.

De eso, de buscar nuevos enfoques, de ampliar la mirada y descubrir lugares que, seguramente desconocidos, nos muestren mucho más que ‘simples’ estampas, saben, y mucho, nuestros puntos mágicos; atalayas del paisaje, pero también de la historia de Chiclana.

Referente de ello es el punto mágico de Miralmar, seguramente uno de los menos conocidos y, por tanto, visitados; pero, tal y como se observa en las imágenes (en especial en la grande), uno de los más integradores de todo aquello que ha ayudado a escribir nuestra historia.

Y es que asomarse al punto mágico de Miralmar, ese que se localiza camino de Conil, es abrir una ventana a un territorio de campiña, de mar, de playas, de patrimonio… Un territorio, como se dice en el argot gastronómico, de mar y ‘montaña’.

Las vistas, como se puede observar, son espectaculares y, a través de una alfombra de verdes y marrones, nos conducen a un horizonte en el que la serenidad de las aguas de La Barrosa y Sancti Petri tan solo son interrumpidas por la emblemática figura de su castillo.

A la izquierda, Chiclana se nos muestra de arriba abajo, a partir de ese icono religioso y monumental que se cita con el cielo, la Ermita de Santa Ana.

PUERTA DE LAS LAGUNAS DE CHICLANA

Punto mágico que también nos cita con uno de los grandes humedales del término municipal, la reserva natural de Las Lagunas de Chiclana.
El camino vale la pena, ya que, además de ser un auténtico regalo para los sentidos, supone un aprendizaje sobre el pasado y el presente de una localidad que siempre sorprende a quienes la visitan y descubren.