Una noche para el recuerdo

Alonso Núñez Núñez ‘Rancapino’ recibe el cariño y la admiración de su pueblo en un homenaje muy merecido

Hay noches, momentos, emociones que pasan a la historia, la nuestra, la de Chiclana. Y una de esas noches, salpicada de mil y una emociones, del mil y un momentos, que pasará, que ya es parte de nuestra historia, es la que se vivió hace unos días en el Teatro Moderno, cuando Rancapino, el embajador de la Chiclana más flamenca, el máximo representante de una estirpe de flamencos, recibió el cariño y el homenaje sentido de todos: chiclaneros, artistas, familiares, amigos, seguidores, Ayuntamiento, etc.


Sereno y con la misma humildad que le ha llevado a convertirse en un brillante cantaor y, no menos importante, una gran persona, Alonso Núñez Núñez, hombre de gesto amable, asistió a un carrusel de emociones. Esas que, como antes de que bulerias, alegrías, y fandangos se adueñaran del escenario, relató Pedro Quiñones que Rancapino comenzó a sentir y transmitir desde muy pequeño; cuando el nieto de La Obispa e hijo de Manuel Orillito (hermano del cantaor Orillo del Puerto) comenzó a decir ‘aquí estoy yo’ junto a uno de los más grandes, sino el más grande, su amigo y ‘hermano’, José Monge Cruz ‘Camarón de la Isla’, y en uno de los templos del flamenco, la Venta de Vargas.


Prólogo de legado, vivencias, sacrificios, éxitos y pasión en torno a la vida de Alonso que dio paso a un soberbio espectáculo en el que todo giró en torno a la grandeza de este chiclanero, orgulloso de ser chiclanero.
Sorbito a sorbito, como corresponde a este tiempo de vendimia y vinos de raíz, las voces y quejíos de Rancapino Chico, Ana y Esmeralda Rancapino fueron envolviendo de arte un patio de butacas entregado a la grandeza de su paisano y herederos.


Voces a las que se sumó la de su gran amigo y compañero de ‘fatigas flamencas’ Juan Villar, que emocionó a Alonso Núñez padre con sus cantes.
Arte, el de este ramillete de cantaores, que en una noche inolvidable acompañaron las grandes guitarras de Diego Amaya, Manuel Jero y Antonio Higuero; la percusión de Manuel Torres y las palmas de Manuel Valencia y Manuel Cantarote.


Toque, palmas y cantes, en especial el de Rancapino Chico, que fueron el mejor de los acompañamientos para el baile de otro grande, el bailaor Antonio Canales, que no quiso perderse el homenaje.


No obstante, fueron los cantes roncos de él, de Rancapino, los que pusieron al público del Moderno en pie. Cantes que, tras una vida de compromiso con este arte universal y su Chiclana natal, fueron recompensados con la Insignia de Oro de la Ciudad, que Rancapino, visiblemente emocionado, recibió de manos de l alcalde, José María Román, quien le agradeció su arte y cariño y orgullo continuado por Chiclana.