El sillón del barbero

Antonio Martínez, maestro barbero de la calle La Vega, siempre estuvo al frente de un establecimiento que se convirtió en singular museo de sus grandes pasiones, los toros y el flamenco

Entre la confitería ‘La Predilecta‘ y la ‘Papelería de Navarro‘, mediada la calle de La Vega, en una pequeña accesoria que no contaba mucho más de tres por tres metros de superficie, se encontraba la barbería que nos exhibe la atrayente fotografía.


Se mantuvo en pie casi setenta años, sobreviviendo a todos los avatares económicos que vivió la céntrica calle de La Vega durante esos años, terminó su existencia al caerse los techos de la casa.

Siempre estuvo al frente quien la fundó en tiempos de la República, el maestro barbero Antonio Martínez Martínez, conocido por casi toda Chiclana como ‘el chicharito‘.


Antonio tenía en la planta más alta de la misma casa donde mantenía la barbería, en la azotea, un pequeño ‘partidito’, donde vivió con su hermano Juanelo. Más bien el ‘partidito’ le servía para dormir, porque vivir realmente lo hizo casi toda su vida en la barbería, que además de cumplir con las tareas relativas al oficio, le servía de sala y recibidor de la vivienda.


Chicharito siempre fue un enamorado y experto conocedor tanto del mundo del flamenco como del de los toros, bailaba por fiestas en cuanto escuchaba un buen toque con compás.

Con el tiempo. la pequeña accesoria se fue transformando en un singular museo de aquellos que entendían los toros y el flamenco como una esencia, como artes puros, donde prima la estética. En congruencia con esos ideales, Antonio era un fervoroso admirador de Curro y Paula, o de Camarón y Rancapino.

Chicharito siempre fue un enamorado y experto conocedor tanto del mundo del flamenco como del de los toros

Nunca cupo tanto arte en tan poco espacio y esas circunstancias parece que son las que nos quiere reflejar la imagen. Con la escasa luz natural que penetraba por la pequeña puerta, más la artificial que proyectaba una bombilla colgada de una viga de madera se nos muestran los detalles más singulares y añejos, donde en principio parece hasta difícil moverse, pues todo el espacio se encuentra ocupado por enseres y mobiliario.


Dentro de la sencillez del continente, paredes a la cal, techo muy bajo y solería de terrazo, deslumbra lo ornamental y barroco de su contenido.
Una placa de mármol blanco de una sola pieza, sirve de encimera, repisa y mostrador y la sujetan dos artísticas escuadras ancladas a la pared. El perchero-sombrerero que tuvo su momento pero el tiempo lo fue especializando en altillo y toallero. Un pomposo espejo que más bien se nos antoja un florido marco para un variopinto collage sobre la fiesta de los toros.


En el rincón una sillita alta para pelar a los niños, poco usada, pues Chicharito no era muy aficionado de ‘arreglar’ a los chiquillos, tal vez por no soportar las quejas de las madres, y en el centro el sillón de barbero, lo mejor que se despachaba por los años 30, de estilo americano, fabricado con hierro y porcelana, respaldo reclinable y reposacabezas adaptable, herrajes y posa pies de hierro forjado muy artístico.