Mago Joel, alquimista de lo imposible

JOEL ARMANDO / MAGO

“La magia es como eso que llamáis por aquí duende flamenco. Se nace con ella, se siente y te acompaña y motiva todos los días de tu vida”.

De la magia, la RAE dice que es aquel “arte o ciencia que por medios naturales obra efectos que parecen sobrenaturales”. Efectos que nos desconciertan, nos rebelan y, lo más importante, nos hacen felices.
Felicidad de lo imposible que hemos tenido la oportunidad, el privilegio de saborear a lo largo de nuestra charla, aquí en Chiclana, con uno de los grandes magos del momento, el Mago Joel.


“Aún recuerdo”, señala con cierta añoranza, “cuando los fines se semana, allá en Cuba, iba a ver las actuaciones de un profesor de química que era un apasionado de la magia. Fue entonces cuando sentí que la magia lo era todo para mí y empecé a idear mis primeros trucos”.


“En casa”, recuerda, “no lo veían más allá de un simple divertimento, pero yo pensaba en magia día y noche, ejercitando la velocidad de mis manos con pequeñas piedrecitas y sorprendiendo a mis amigos con mis primeras actuaciones”.


Actuaciones que Joel no tardó en llevar a la calle, al Malecón.
“Apenas tenía diez años cuando me lancé a la calle, en busca de un público, en su mayoría turistas, que me regalaban mis primeros aplausos”.
Turistas que se convirtieron en improvisados ‘mecenas’, ya que, “de un año a otro, me traían pañuelos de seda y demás elementos que no encontraba en Cuba y que me ayudaban a seguir progresando”.


Autodidacta perseverante, Joel tenía muy claro que, “ante la falta de oportunidades y libertad, tenía que salir de Cuba si quería llevar más allá mi gran pasión”.


Fue en 2014 cuando viajó a España, dándose a conocer en fiestas privadas y, una vez obtenido el permiso de residencia, conquistando al público de Got Talent.


“Aquello marcó un antes y un después en mi vida, que me ha llevado por gran parte del mundo y que, con mucho esfuerzo y dedicación, me ha permitido vivir de lo que más me gusta, de mi gran pasión”.


De ella, la magia, el Mago Joel dice que es como “eso que aquí llamáis duende flamenco. Se nace con ella, se siente muy adentro y ocupa tu mente todos los días”.


Duende o, por aquello del símil flamenco, pellizco que, no obstante, hay que cultivar día a día. “Hasta que un juego de magia ve la luz, hay muchas horas creatividad, práctica y perfeccionamiento“.


“Yo suelo soñar con juegos y trucos de magia y, cuando me levanto, anotó las ideas, que, obviamente, después hay que afinar y poner en práctica”. “Y es que, al final”, subraya, “la magia son sueños”.


Convencido de que lo mejor, ese truco jamás soñado, está por llegar, el Mago Joel, que encuentra en Chiclana la luz, el calor y la alegría de su tierra, tiene entre sus sueños montar una escuela para niños.


La magia es muy necesaria en nuestras vidas, más aún en estos tiempos, ya que nos hace creer en lo imposible y nos dibuja una sonrisa. Es por ello que me gustaría tener una escuela de magia para niños y despertar en ellos ese sentimiento de felicidad que hizo aflorar en mí mi profesor de química”.