40 años de Andalucía por sí

Decía el filósofo Julián Marías, en 1972, que Andalucía tenía una condición irradiante desde sus orígenes, desde su pasado legendario –Tartessos– hasta su entrada en la Historia mucho más que otras regiones o países; que Andalucía era una tierra distinta, compleja, admirada e ilustre, pero que seguía unida a Castilla, eso sí, “influyendo sobre ella, modificándola afirmándose con seguridad y ufanía”.

Castilla asimiló durante la conquista a los reinos andalusíes proyectando sobre ellos su cultura. Castilla ejerció un centralismo estatal que mantuvo a Andalucía subordinada y empobrecida en los siguientes siglos.

Este 28 de febrero es un día de especial conmemoración

JOSÉ LUIS ARAGÓN PANÉS

Esa fue la realidad de una sociedad, la más antigua de Occidente, que por sus rasgos o caracteres estructurales no había conseguido poseer la fuerza necesaria para decidir, por sí sola, un autogobierno a lo largo de toda su historia, siendo Andalucía, junto con Bizancio, los únicos territorios que han permanecido de manera continua poblado por distintas sociedades y civilizaciones. 

Mucho antes del final de la dictadura franquista, la concienciación de muchos andaluces –intelectuales, políticos y otros de tradición regionalista autonomistas– sirvió para que, al llegar la democracia, Andalucía, los andaluces, optásemos por un nuevo camino en nuestra Historia.

Aunque no fue hasta el 4 de diciembre de 1977 cuando el pueblo andaluz –y los andaluces de Cataluña– se echaron literalmente a la calle reivindicando un estatuto para Andalucía. Sin embargo, la verdadera demostración con voluntad de nación política y cultural tuvo lugar en el histórico referéndum del 28 de febrero de 1980, del que dentro de unos días se cumplen 40 años.

Fue entonces cuando la gran mayoría de los andaluces votamos a favor de un autogobierno de autonomía plena como ya lo habían conseguido otras regiones, las llamadas nacionalidades históricas: Cataluña y Euskadi; aquellas que durante la República fueron aprobados sus estatutos de autonomía.

El de Galicia no entró en vigor y el Estatuto andaluz, que en 1936 había traspasado las puertas del Congreso de los Diputados se quedó entonces sobre la mesa, sin aprobarse.

Estalló la guerra civil y sus trágicas consecuencia hicieron que tuviésemos que esperar cincuenta y cinco años (1981) para tener un Estatuto político con el que gobernarnos libremente y acabar con los profundos problemas económicos, sociales y culturales que padecía Andalucía que, sin ánimo de solución por los gobiernos centralistas, pervivían desde hacía décadas en una Andalucía pobre y subdesarrollada.

Por eso este 28 de febrero es un día de especial conmemoración. Con el masivo sí a la consulta ciudadana comenzaba, no sin problemas, (Almería no alcanzó el cincuenta por ciento) el camino hacia la vía del artículo 151 que llevaría a Andalucía a obtener una autonomía de primera. Nos pareció increíble, hoy es una realidad histórica.

JOSÉ LUIS ARAGÓN PANÉS

Antropólogo