Viaje al centro de la felicidad

Todo el mundo alguna vez en su vida se ha hecho la misma pregunta, ¿qué es la felicidad? La verdad es que es una palabra con muchos significados, ya que cada persona tiene el suyo, pero lo que sí podemos decir es que se trata de un estado. La persona no es feliz las 24 horas del día todos los días del año, la persona se siente feliz en muchos momentos, pero para que esos momentos lleguen, también se pueden buscar. El problema es que muchos la buscan en el sitio equivocado, y no creen en ella, pero la felicidad existe, solo hay que dar con el sitio adecuado. Séneca, filósofo estoico, ya mantenía que las grandes bendiciones de la humanidad están dentro de nosotros y a nuestro alcance. La personas que la buscan fuera de sí mismos, jamás la alcanzan y viven continuamente en una montaña rusa de subes y bajas emocionales que pueden llevarla a estados psicológicos poco adaptativos.

En ello juega un papel muy importante nuestros PENSAMIENTOS. Los principales errores que solemos cometer en la búsqueda de la felicidad es, por un lado, haciendo responsables a los demás de nuestra propia felicidad. Esto es contraproducente, porque si no la ponemos en nuestras manos, corremos el riesgo de que se pierda y le damos a los otros un poder que realmente, no tienen. Lo primero que debemos hacer, es responsabilizarnos de nuestra propia felicidad, sólo depende de mí y yo tengo su control, los demás no son responsables de ella. El segundo error que cometemos, es el de nuestro diálogo interior. Solemos tener ciertas exigencias que de no cumplirlas, aparece el malestar y la infelicidad. Afirmaciones del tipo “debería”, “tengo que” tanto a nosotros mismos como a los demás, no son expresiones que contribuyan a hacernos sentir bien, muy alejado de ello, hacen mucho daño. Además, pensamos en términos absolutistas y catastrofistas dando total crédito a ello y provocando así más malestar, creyendo que sólo existe el todo o nada, el blanco o el negro, los grises no existen. Pensar que si suspendo un examen o no me dan el trabajo que quiero es catastrófico y es lo peor que me puede pasar no contribuye a tu bienestar, sino que te aleja de él, es necesario pensar en términos más realistas.

Muy poco se necesita para hacer una vida feliz; está todo dentro de ti mismo, en tu forma de pensar”.

MARCO AURELIO

Ahora bien, ¿esto tiene solución? Por supuesto. Ante todo, cambiando nuestro diálogo interno, sobre todo cambiando nuestras exigencias por sugerencias. Si en lugar de exigirnos o exigir a los demás algo, lo sugerimos, los demás estarán más abiertos a escucharnos y en disposición, con actitud abierta, con lo que no entraremos en discusiones ni frustraciones porque el otro no lo haga, y lo mismo ocurre con nosotros mismos, si nos sugerimos en lugar de exigirnos nos frustraremos menos y nos sentiremos mejor. Yo propongo siempre cambiar el término “debería” o “tengo que” por el “me gustaría”, “yo quisiera”. Pruébalo y verás cómo funciona. Otra clave para sentirnos mejor es la aceptación incondicional, la no resistencia a la vida. La resistencia a aceptar algo es causa de frustración y a la vez la resistencia conlleva exigencia, si no nos dejamos fluir, causamos problemas emocionales. Aceptar, por tanto, los acontecimientos que no dependen de nosotros, tal y como son, nos da esa conformidad que no encontramos si nos resistimos. Buscamos soluciones en lugar de centrarnos en la no aceptación, en el problema que no controlamos. En la mayoría de ocasiones, las personas pierden la felicidad e incluso la salud por no aceptar lo que no está a su alcance, por resistirse a la vida. Por último, la queja es base suficiente de malestar, en lugar de quejarnos, podemos aprovechar las oportunidades y valorarlas. Ante cualquier contratiempo, en lugar de quejarnos, podemos preguntarnos: “¿Es esto tan catastrófico como pienso?”, ¿No puedo hacer nada para paliarlo?”, ¿Es el fin del mundo?”, “¿en qué medida puedo hacer cosas valiosas por mí y por los demás?”, cuando empezamos a dar respuesta a ello, ya estamos cambiando nuestra actitud mental. La queja, en contraposición, nos resta energía vital y nos aleja del camino de las soluciones, haciéndonos centrarnos en el problema. 

En conclusión, es fácil llegar a ser felices si sabemos cómo. No necesitamos tanto para ello. Lograr cambiar nuestra actitud mental es la base para alcanzar la felicidad y fortaleza emocional. Observa tus diálogos internos, cuestiónalos con argumentos reales y se producirá el cambio deseado.

OLIVA CASTRO
Psicóloga sanitaria