Hablemos de ansiedad de forma diferente

Ansiedad

Normalmente, las personas que sufren ansiedad la ven como un enemigo, algo malo con lo que no pueden vivir y que no soportan. Pero la realidad es que podríamos ver la ansiedad desde otra perspectiva menos negativa, como un estado con el que hay que aprender a convivir, un estado que hay que observar y dejar de alimentar. La ansiedad funciona como una alarma que nos avisa ante un peligro, y aunque a veces el peligro no es tal, esta “alarma” se activa pero esto no tiene por qué hacernos pensar que la ansiedad es nuestra enemiga, sino que ese sistema de alarma se ha vuelto más sensible y necesita una revisión, ajustarla. En cualquier caso, siempre hay que saber que las sensaciones de ansiedad son molestas pero nunca peligrosas.

Resistirse y pedir que nos quiten la ansiedad, no es una actitud positiva, ya que eso sería como pedir que se eliminara para siempre la fiebre. Si elimináramos la fiebre, ¿cómo nos enteraríamos que está ocurriendo un proceso infeccioso en nuestro cuerpo, que estamos enfermos? La fiebre nos avisa de que algo no va bien dentro de nosotros, de que existe alguna infección o algo que debemos combatir, pues con la ansiedad para exactamente lo mismo, no podemos resistirnos y pedir que nos eliminen la ansiedad para siempre. Otra cosa diferente es la angustia que nos causan los síntomas de ansiedad, y esa es la que hay que eliminar, pero no la ansiedad en sí. Huir y escapar de la ansiedad sólo consigue mantenerla, lo adaptativo es afrontarla y aceptarla con las técnicas adecuadas.

El tratamiento de la ansiedad es personalizado y se adapta a la persona con las circunstancias que la rodean. Se lleva a cabo una reestructuración del pensamiento junto con otras estrategias complementarias, no obstante, os dejo unas claves sobre todo para personas que no tienen un trastorno de ansiedad pero tienden a responder con ansiedad a las situaciones de su vida.

Podríamos ver la ansiedad desde otra perspectiva menos negativa, como un estado con el que hay que aprender a convivir

OLIVA CASTRO

Aprender a relajarse. Es muy importante que en las situaciones en las que empezamos a sentirnos nerviosos y nuestra mente empieza a funcionar al 150% con los pensamientos negativos y rumiantes, debemos aprender a relajarnos para disminuir esos signos y tener mayor claridad mental.

– No afrontar los signos de ansiedad con remedios inadecuados, esto quiere decir, no recurrir por ejemplo, al alcohol, a estimulantes como el café o la cola, las actividades compulsivas como las compras, la comida compulsiva, el trabajo… y no automedicarse. Nunca hay que recurrir a los fármacos por nuestra cuenta sin prescripción de un facultativo.

Priorizar. Las personas no podemos abarcarlo todo, necesitamos priorizar e ir de una actividad a otra una vez terminada la anterior. El día sólo tiene 24 horas, por tanto, se seleccionan las actividades que sean más importantes y también hay que aprender a delegar a los demás. Hay muchas personas que padecen de ansiedad por esto mismo, porque no son capaces de delegar y se hiperresponsabilizan de todo, con lo cuál el resultado ya lo sabemos.

Organizarse: La organización es imprescindible para cuidar los signos de ansiedad. Es bueno planificar una actividad con antelación dejando algunos huecos para los imprevistos, porque esto ayuda a ahorrarse sobresaltos, olvidos, preocupaciones… Dejar las cosas para última hora, genera mucha ansiedad y malestar.

Solucionar problemas. En el contexto de la terapia utilizamos la técnica de solución de problemas, porque hay muchas personas que no saben solucionar de manera eficiente y siguiendo esta técnica se les ayuda a hacerlo de forma consciente. Las personas con ansiedad tienden a evitar los problemas, porque les generan malestar pero eso no es eficaz, hay que afrontarlos, sin esconderlos y cuando la persona ve que es capaz de solucionarlo, se sentirá muchísimo mejor. Para solucionar los problemas se puede seguir un proceso lógico: se plantea el problema, se buscan diferentes soluciones, se analizan los pros y contras de esas soluciones y se eligen las mejores. Este proceso nos facilita muchísimo.

Dejarse ayudar. Hay personas que no se dejan ayudar por vergüenza o porque creen que controlan la situación, y no es malo dejarse ayudar. Todo el mundo necesitamos ayuda en algún momento de nuestra vida, y contar con el apoyo de nuestros amigos y familiares es primordial, y cuando el problema no se puede controlar, recurrir a un psicólogo es la mejor opción.

Recordad que la ansiedad no es nuestro enemigo, que las sensaciones que se puedan tener no son más que exageraciones de las reacciones del cuerpo al estrés, que no son para nada peligrosas, sólo un poco desagradables y que el miedo que se suele sentir no hay que evitarlo ni huir de él, sino esperar y darle tiempo para que pase, aceptarlo y cuando la persona se relaja y disminuye sus pensamientos negativos en ese momento, el miedo empieza a desaparecer por sí solo.

OLIVA CASTRO
Psicóloga sanitaria